El hígado cumple una función esencial en la vida de las mascotas entre los que se encuentran el metabolismo de carbohidratos mediante el cual se almacena glucosa en el hígado como glucógeno para ser utilizado posteriormente cuando se requiera energía; metabolismo de proteínas y su producción a través de aminoácidos, producción de urea; metabolismos de las grasas a través de la conversión de ácidos grasos y el glicerol en fosfolípidos y colesterol; formación de bilis para la digestión; destrucción de glóbulos rojos viejos; almacenamiento de vitaminas A, D, E y K; almacenamiento de hierro, desintoxicación de ciertas sustancias, entre otras funciones (1).
Teniendo en cuenta su importancia y rol, el cuidado y alimentación de los animales con enfermedad hepática requiere de especial atención para poder cumplir con los requerimientos nutricionales que necesitan sin afectar su ya delicada salud.
Dentro de las enfermedades más comunes del hígado en perros y gatos se encuentran la hepatitis aguda o crónica, colangitis, anomalías vasculares, toxicosis, lipidosis hepática y neoplasias (2).
Table of Contents
Signos más comunes en enfermedades hepáticas
La enfermedad hepática puede variar desde la simple elevación de las enzimas hepáticas (fosfatasa alcalina y alanina aminotransferasa) sin signos clínicos hasta signos más graves como encefalopatía hepática, ascitis, entre otros que pueden ser potencialmente mortales. Por lo que el tratamiento y manejo nutricional están basados en los signos clínicos presentes (2).
Los signos clínicos en la enfermedad hepática varían según la naturaleza y gravedad de la enfermedad. Normalmente los primeros signos en aparecer son los vómitos, letargo, diarrea y pérdida de apetito. La ictericia, polidipsia y poliuria se pueden encontrar en cualquier etapa según la etiología de la enfermedad hepática (2).
En enfermedades hepáticas avanzadas como fibrosis, cirrosis grave o hipertensión portal se puede observar hipoglucemia, petequias, equimosis, melena, hematoquecia y edema generalizado (anasarca). La hipertensión portal y los casos de hipoalbuminemia pueden provocar la formación de ascitis. La encefalopatía hepática puede darse como consecuencia de una enfermedad hepática avanzada que produce una variedad de signos nerviosos como alteración del estado mental, falta de coordinación, temblores y convulsiones. Los gatos pueden desarrollar adicionalmente ptialismo (exceso de salivación) en estos casos (2).
Manejo de enfermedades hepáticas
En caso de enfermedades infecciosas el tratamiento del agente infeccioso desencadenante de la enfermedad con la terapia antibiótica puede llevar a la recuperación total del hígado mientras que en otros casos puede lograrse solo una recuperación parcial como en casos donde el patógeno induce una enfermedad inmune que se autoperpetúa (3).
Si se sospecha de enfermedad hepática producto de intoxicación se debe suspender inmediatamente el uso de fármacos o suplementos y controlar la recuperación del hígado mediante evaluaciones bioquímicas seriadas. En la mayoría de los casos se indican antioxidantes (3).
Dentro de los antioxidantes y hepatoprotectores más usados se encuentra el ácido ursodesoxicólico, un ácido biliar relativamente hidrófilo el cual tiene propiedades coleréticas, inmunomoduladoras, antioxidantes, antiinflamatorias, citoprotectoras y antiapoptóticas. Se indica normalmente en casos de hepatitis crónicas con evidencia de colestasis e inflamación que afecta a los conductos biliares (3).
S-adenosil-L-metionina se ha usado en perros con trastornos hepáticos debido a sus posibles efectos antiinflamatorios y antioxidantes, así como por su papel en la producción de glutatión. Aunque algunos suplementos poseen directamente a glutatión entre sus ingredientes. Este antioxidante se encarga de eliminar los radicales libres, actuando como un importante mecanismo de defensa fisiológico contra el estrés oxidativo en los hepatocitos (4).
La vitamina E funciona como un antioxidante que protege las membranas celulares de la peroxidación lipídica. Algunos estudios indican que, en casos de hepatitis crónica, su suplementación podría elevar las concentraciones séricas y hepáticas de vitamina E acompañadas de una mejora en el ciclo redox de glutatión, aunque su uso, al igual que el de la silimarina se basa en gran medida en la evidencia clínica de su eficacia en ciertas enfermedades hepáticas en humanos (3).
La silimarina es un nutracéutico que se deriva de la planta del cardo mariano (Sylbum marianum) y que se ha usado por muchos años como remedio casero para la enfermedad hepática en el hombre. Se cree que la silimarina ejerce efectos antioxidantes, antiinflamatorios y antifibróticos y su combinación con otros antioxidantes podría ayudar a reducir los efectos de la enfermedad hepática (4).
Requerimientos energéticos en perros y gatos con enfermedad hepática
Los requerimientos de energía diarios (RDE) pueden aumentar debido a la naturaleza catabólica de la enfermedad hepática. Sin embargo, los animales con enfermedad hepática no suelen tener mucha actividad, lo que hace que el cálculo de las necesidades energéticas sea complicado (5).
El requerimiento diario de energía se calcula mediante la siguiente fórmula:
Perros:
RDE= 1.4-1.8xRequerimientos de energía en reposo (RER)
Gatos:
RDE= 1.0-1.4xRequerimientos de energía en reposo (RER)
Donde: RER= 70 (peso en kg)0.75
En caso de perros y gatos con sobrepeso o con bajo peso se debe utilizar un peso ideal para ellos en el cálculo de los requerimientos de energía (5).
Muchos animales con enfermedad hepática tienen bajo peso y pérdida de apetito, por lo que requieren una dieta rica en energía para minimizar la cantidad de comida necesaria para cumplir con sus requerimientos diarios de energía. Las dietas con un nivel mayor de grasas y menor de fibra pueden tener mayor palatabilidad para aquellos animales con pérdida de apetito y aumentar la cantidad de energía de la dieta para cumplir con los requerimientos diarios de manera más fácil y mantener un peso ideal. Las excepciones serían las patologías ligadas a la lipidosis hepática o metabolismo de grasas (6).
En animales con sobrepeso es preferible tratar la enfermedad primaria antes de implementar un plan para la reducción de peso a una condición corporal ideal, especialmente si el animal está gravemente enfermo. Se puede controlar la ingesta de alimentos midiendo el peso corporal y monitoreando el índice de condición corporal. Adicionalmente, los RDE se pueden ajustar según las necesidades del paciente (2).
Ingesta de carbohidratos
En el hígado se produce la gluconeogénesis y la glucosa que se produce en el cuerpo, así como la glucosa que proporciona la dieta, se almacena en el hígado y los músculos como glucógeno para posteriormente utilizarse como energía a través de la glucólisis. Es por esto que una disfunción en este órgano puede provocar trastornos del metabolismo de la glucosa que llevan a una hipoglucemia o hiperglucemia (7).
En mascotas con patologías como cirrosis, anomaías portovasculares congénitas, insuficiencia hepática y neoplasias hepáticas extensas, las recomendaciones de carbohidratos solubles en la dieta pueden ser mayores que en animales sanos. El aumento en su ingesta puede ser beneficioso en perros y gatos que tienen dificultades para mantener los niveles de glucosa en la sangre y tienden a estar hipoglucémicos. La dieta de los animales hipoglucémicos debe incluir carbohidratos altamente digeribles como el arroz blanco y evitarse los carbohidratos complejos, como los cereales, incluso sin son integrales (7).
En casos de hiperglucemia o lipidosis hepática se debe limitar el uso de carbohidratos solubles, proporcionando menos calorías provenientes de carbohidratos puede ayudar a disminuir las tendencias hiperglucémicas (2).
Fibra dietética
La alimentación con dietas ricas en fibra soluble puede tener efectos beneficiosos en los perros y gatos con enfermedad hepática. La fibra soluble al ser fermentable puede modificar la microbiota intestinal, reducir la producción de amoniaco entérico y aumentar tanto la fermentación de la lactulosa como la excreción fecal de ácidos biliares. Se debe tener en cuenta que se pueden presentar algunos efectos adversos en la inclusión de fibra en la dieta como reducción en la absorción de nutrientes y digestión, pobre palatabilidad y disminución de la densidad de energía (2).
Grasas en la dieta
La disfunción hepática puede provocar desequilibrios en la absorción, síntesis, utilización y liberación de ácidos grasos. Debido a la secreción deficiente de sales biliares en algunos perros y gatos con enfermedad hepática hay una mala absorción de colesterol, ácidos grasos de cadena larga y vitaminas liposolubles (A, D, E y K) (2).
La importancia de las grasas en la dieta es para cumplir con los requerimientos diarios de energía y mantener un peso óptimo. Además, las grasas incrementan la palatabilidad de los alimentos y densidad de calorías, lo que facilita cumplir con los requerimientos diarios de energía. Sin embargo, las dietas ricas en grasas están contraindicadas en animales con pancreatitis o predisposición a desarrollarla, casos de hiperlipidemia, sobrepeso y enfermedad colestásica grave (2).
Proteínas
La proteína se utiliza para el mantenimiento de la masa muscular magra y la síntesis proteica. La cantidad de proteína que consumen los perros debe superar el 18% de la materia seca consumida y en gatos debe superar el 26% de la materia seca consumida siempre y cuando no se observen efectos adversos o en casos de encefalopatía hepática donde se debe restringir la cantidad de proteínas a consumir. Los requerimientos de proteína pueden ser mayores a lo normal en perros y gatos con disfunción hepática siempre y cuando la dieta proteica sea tolerada por el animal (8).
El amoniaco y los falsos neurotransmisores se producen a partir del metabolismo de las proteínas en el tracto gastrointestinal. Cuando hay disfunción hepática o una circulación portal comprometida el metabolismo de nitrógeno no se da de manera normal, lo que conduce a un aumento de la circulación de amoniaco y falsos neurotransmisores que contribuyen a la aparición de signos de encefalopatía hepática. En estos casos debe reducirse la ingesta actual de proteínas (8).
La arginina y taurina son aminoácidos muy importantes en la dieta del gato que deben ser proporcionados incluso en dietas con restricción de proteínas. La deficiencia de arginina en gatos lleva a un desarrollo más rápido de la encefalopatía hepática. La deficiencia de taurina causa una degeneración central de la retina en gatos y miocardiopatía dilatada en perros y gatos. Las dietas comerciales para perros y gatos con restricción de proteínas se complementan con taurina. Sin embargo, esto no sucede en dietas caseras, por lo que debe suplementarse con taurina para evitar complicaciones asociadas a su deficiencia (9).
Vitaminas y minerales
El hígado proporciona metabolismo y almacenamiento de la mayoría de las vitaminas, así como minerales entre los que se encuentran el cobre, zinc, manganeso, entre otros y sus deficiencias son difíciles de notar hasta que ya se presentan signos. Las vitaminas hidrosolubles como las vitaminas del complejo B no se almacenan en el cuerpo, aunque son de gran importancia debido a que participan como cofactores en numerosas reacciones metabólicas, incluido el metabolismo hepático de los macronutrientes, por lo que siempre deben estar incluidos en la dieta de perros y gatos, especialmente en mascotas con enfermedad hepática, anorexia o hiporexia prolongada (2).
La deficiencia de vitamina K se desarrolla rápidamente en perros y gatos con enfermedad hepática y se evidencia mediante la aparición de coagulopatías debido a la disminución de los factores de coagulación dependientes de vitamina K. Sin embargo, usualmente se resuelve esta deficiencia con la suplementación. Si no se resuelve con la suplementación se puede asumir que existe daño hepatocelular severo. Su administración oral, subcutánea e intramuscular son bien toleradas en un animal bien hidratado, mientras que la vía intravenosa para la administración de vitamina K1 debe evitarse para reducir el riesgo de anafilaxia (2).
La suplementación con vitaminas E y C puede ser beneficiosa debido a sus efectos antioxidantes en animales con enfermedad hepática o exceso de cobre y hierro. La vitamina E es soluble en grasa; por lo tanto, se debe evitar su suplementación excesiva (2).
La acumulación de cobre en el hígado es altamente tóxica cuando no está unido a ninguna proteína y produce daño oxidativo en el hígado. Algunas razas de perros son más propensas a esta acumulación como Bedlington terriers, dálmatas y labradores. En estos casos se deben evitar las dietas con alto contenido de cobre entre las que se incluyen alimentos como el hígado y otras vísceras, mariscos, legumbres, champiñones y alimentos tóxicos que siempre deben evitarse como chocolate y nueces. Esta limitación en el consumo de cobre no es necesaria si el animal no presenta acumulación de cobre en el hígado (2).
El procesamiento del cobre desde el intestino delgado hasta el hígado necesita de la proteína metalotioneína, la cual también es necesaria para el metabolismo del zinc. La suplementación de zinc altera los niveles de metalotioneína para reducir la absorción intestinal de cobre, por lo que su suplementación ayuda a reducir la acumulación de cobre en el hígado (2).
La elevación de los niveles de manganeso puede darse en perros con shunt portosistémico congénito. En humanos esta elevación contribuye a la aparición de signos de encefalopatía hepática por lo que es necesario realizar más investigaciones para determinar el papel del manganeso en el desarrollo de la encefalopatía hepática en perros (2).
Conclusiones
Durante la enfermedad hepática los perros y gatos necesitan de cuidados especiales, por lo que el manejo de la dieta puede ir acompañado del tratamiento de la causa primaria que pueda afectar al hígado, así como del uso de protectores hepáticos que ayuden en esta tarea.
Los requerimientos en la dieta de los perros y gatos con enfermedad hepática varían según las necesidades específicas del animal afectado. Es importante proporcionar los nutrientes adecuados o limitarlos según se requiera y sea indicado por el médico veterinario, para ayudar en la recuperación del hígado.
También te puede interesar: Manejo de la osteoartritis en caninos
Referencias
- Frogley Samantha. The liver: role in health and disease in small animals. Vet Times. 2013 12p.
- Norton RD, Lenox CE, Manino P, Vulgamott JC. Nutritional Considerations for Dogs and Cats with Liver Disease. J Am Anim Hosp Assoc. 2016 Jan-Feb;52(1):1-7.
- Webster CRL, Center SA, Cullen JM, Penninck DG, Richter KP, Twedt DC, Watson PJ. ACVIM consensus statement on the diagnosis and treatment of chronic hepatitis in dogs. J Vet Intern Med. 2019 May;33(3):1173-1200.
- Vandeweerd JM, Cambier C, Gustin P. Nutraceuticals for canine liver disease: Assessing the evidence. Vet clinics small practice. 2013; (43) 1171-1179.
- German AJ, Holden SL, Bissot T, et al. Use of starting condition score to estimate changes in body weight and composition during weight loss in obese dogs. Res Vet Sci 2009;87:249–54
- Saker KE, Remillard RL. Critical Care Nutrition and Enteral-Assisted Feeding. In: Hand MS, Thatcher CD, Remillard RL, Roudebush P, Novotny BJ, eds. Small Animal Clinical Nutrition. Topeka, KS: Mark Morris Institute, 2010:439–76.
- Meyer HP, Twedt DC, Roudebush P, et al. Hepatobiliary Disease. In: Hand MS, Thatcher CD, Remillard RL, Roudebush P, Novotny BJ, eds. Small Animal Clinical Nutrition. 5th ed. Topeka, KS: Mark Morris Institute, 2010:1155–92.
- Association of American Feed Control Officials. 2013 Official Publication. Oxford, IN: Association of American Feed Control Officials, Inc., 2013.
- 9-Fascetti AJ, Reed JR, Rogers QR, et al. Taurine deficiency in dogs with dilated cardiomyopathy: 12 cases (1997-2001). J Am Vet Med Assoc 2003;223:1137–41.