Leptospirosis canina: Tratamiento y Control

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Leptospirosis canina: Tratamiento y Control

La leptospirosis es una enfermedad de gran impacto no solo de gran impacto en la salud de las mascotas, sino también para el ser humano, ya que es una enfermedad zoonótica de distribución mundial. La leptospirosis canina es una enfermedad que puede adquirirse tanto en entornos rurales como urbanos, por lo que el peligro de exposición es latente.

Etiología

La leptospirosis canina es causada por las bacterias de la familia Leptospiraceae y género Leptospira. Son Gram negativas y aerobias obligadas con forma de espiroqueta (Figura 1) donde una membrana de lipopolisacáridos constituye el principal elemento antigénico (1). Adicionalmente, la gran movilidad y habilidad de invadir tejidos mediante sus proteínas de adhesión juegan un papel importante en la determinación de la virulencia de la bacteria (2).

Actualmente se clasifican en 64 genomaespecies diferentes, agrupadas en dos clados principales “Saprofitos” (organismos que se encuentran en el ambiente natural) y “Patógenos” (el cual contiene todas las especies responsables de infecciones en humanos y animales, así como especies ambientales de virulencia desconocida). Dentro de estos clados hay dos subclados, los subclados patógenos P1 (el grupo antiguo de patógenos con 19 especies) y P2 (el grupo antiguo conocido como intermedio, con 20 especies) y los saprófitos S1 y S2 (28 especies) (3).

Existe un sistema de clasificación más antiguo que se basaba en la serología, con aproximadamente 300 serovares de Leptospira patógena agrupado en 32 serogrupos. Algunos de estos serovares se encuentran en más de una especie de Leptospira. Como resultado, por convención, los ailslados se identifican tanto por especie como por serovar. Esta clasificación por serovares es la que se usa comúnmente en la práctica clínica y en la aplicación de vacunas. Los serovares que suelen encontrarse más en los perros son Canicola, Icterohaemorrhagiae, Pomona, Bratislava y Grippotyphosa (4).

leptospira spp.
Figura 1: Microscopía electrónica de Leptospira spp.
Fuente: Picardeau. Diagnosis and epidemiology of leptospirosis (2013).

Epidemiología

La leptospirosis es prevalente principalmente en regiones geográficas con un gran nivel de precipitaciones anuales y climas cálidos. Sin embargo, otros factores como la exposición del hospedero y la presencia de animales domésticos y silvestres influyen en la distribución geográfica de la enfermedad (4).

Los animales infectados cumplen el papel de reservorios de las leptospiras, especialmente los roedores ya que, a pesar de estar infectados, no suelen presentar la enfermedad, por lo que la bacteria puede permanecer en sus organismos durante meses, años o toda la vida mientras diseminan la bacteria (5).

Los animales expuestos se infectan por contacto de las membranas mucosas o heridas de la piel con orina infectada o por contacto de estas con suelo, agua, alimentos o ropa de cama contaminadas con orina infectada. A pesar de que la leptospira no se replica en el agua puede permanecer viable durante semanas o meses en la orina. La transmisión también puede darse mediante las mordeduras, ingestión de tejidos infectados, y por vía venérea y placentaria (4).

Leptospira spp. se adapta mejor a temperaturas alrededor de los 30ºC mientras que la radiación ultravioleta y la congelación la inactivan. La leptospirosis canina afecta a los perros de cualquier edad, raza y sexo. Sin embargo, los perros que viven en áreas donde los animales silvestres tienen contacto con los hogares o donde hay una gran cantidad de roedores y los perros que trabajan al aire libre corren un mayor riesgo de infectarse (4).

Patogenia

El periodo de incubación de la leptospirosis canina normalmente dura entre 5 a 15 días, donde la bacteria ingresa mediante las mucosas o heridas y se dirige hacia el torrente sanguíneo donde se multiplican rápidamente (bacteremia) desde el día 1 (4), para luego diseminarse a los órganos objetivo que incluyen los riñones, pulmones y el hígado (6).

En algunos animales con un adecuado y alto título de anticuerpos la infección puede ser subclínica, por lo que no muestran signos. Otros individuos pueden presentar signos moderados con una leptospirosis de corta duración que luego será eliminada por los riñones (6). Mientras que en ciertos casos la bacteria puede persistir y replicarse en las células tubulares del riñón del animal, ocasionando la eliminación crónica de leptospiras en la orina durante días, meses o años (7).

En aquellos animales sensibles a la infección puede haber un daño del endotelio producto de la multiplicación del organismo en el torrente sanguíneo lo que conlleva a una isquemia en diferentes órganos como los riñones, pulmones o hígado. Los neutrófilos y trombocitos son estimulados por los lipopolisacáridos en la membrana externa de las leptospiras contribuyendo a la inflamación y alteraciones de la coagulación, así como al daño renal y hepático. Asimismo, puede haber meningitis si las leptospiras entran al sistema nervioso o fluido cerebro espinal durante la fase aguda (7).

Signos clínicos

La leptospirosis canina se manifiesta con signos como vasculitis, lesión renal aguda y/o lesión hepática que pueden variar según el serovar y la respuesta inmune del hospedador. También se puede presentar fiebre, vómitos, dolor abdominal o lumbar, polidipsia o poliuria, deshidratación, hemorragia pulmonar, uveítis, miositis y falla reproductiva (8).

Dentro de los hallazgos en la bioquímica sérica, la gran mayoría de casos incluyen azotemia e hiperfosfatemia indicando lesión renal. Otros hallazgos comunes son el aumento de la actividad de las enzimas hepáticas séricas, hipoalbuminemia y creatina quinasa (8).

Los perros con leptospirosis crónica pueden tener hepatitis crónica o fibrosis hepática con signos que pueden incluir anorexia, pérdida de peso, ascitis, encefalopatía hepática e ictericia (9).

Diagnóstico

En la práctica clínica, los perros que desarrollan signos de insuficiencia renal aguda o presentan ictericia deben considerarse casos sospechosos de leptospirosis hasta que exista un diagnóstico definitivo, particularmente si no han sido vacunados y están expuestos a la bacteria (9).

Mediante la ecografía abdominal se pueden observar cambios relacionados a la lesión renal que pueden incluir ecogenicidad cortical aumentada, riñón aumentado de tamaño, pielectasia leve y derrame perirrenal, hallazgo común en los perros con leptospirosis. Otros hallazgos que se pueden observar son los cambios hepáticos como parénquima hipoecoico, hepatomegalia y evidencia de barro biliar (8).

El cultivo bacteriano permite la detección de las leptospiras, pero es técnicamente complicado de realizar debido a que requiere un medio especial de crecimiento que contenga vitamina B y ácidos grasos de cadena larga. Además, el tiempo de cultivo para identificar el crecimiento bacteriano puede tomar varios meses, por lo que tiene poca utilidad clínica y su empleo es más útil en estudios epidemiológicos (8).

Las pruebas moleculares como el PCR permiten detectar el ADN de las leptospiras antes que se desarrolle la respuesta serológica a la infección, por lo que es una prueba bastante útil para el diagnóstico de las primeras etapas del curso de la enfermedad (8).

La prueba MAT se ha usado por años como método de referencia para el diagnóstico de casos agudos y convalecientes de leptospirosis canina. La aparición de falsos negativos puede suceder durante la primera semana de infección ya que en una única muestra en infección aguda la prueba MAT puede tener una sensibilidad del 50%, por lo que se pueden realizar muestras pareadas para elevar este porcentaje hasta cerca del 100%, con una especificidad que oscila entre el 70 y el 100% (8).

Tratamiento

El diagnóstico temprano es importante para realizar un tratamiento específico y asegurar la recuperación. El tratamiento debe iniciarse lo más pronto posible, preferiblemente antes del quinto día luego de la aparición de los primeros signos (8). No obstante, el tratamiento no debe retrasarse en espera de los resultados de las pruebas de diagnóstico (4).

Protocolos de Tratamiento

 AntibióticoDosisFrecuenciaObservaciones
Opción 1Doxiciclina5mg/kg Oral/IVc/12hPuede causar problemas gastrointestinales en algunos casos
Opción 2Ampicilina/Amoxicilina20mg/kg IVc/6hAlternativa cuando hay efectos adversos en doxiciclina o penicilina. No debe darse vía oral debido a que no se absorbe de manera eficiente.
Opción 3Penicilina25000-40000 UI/kg IVc/12hDebido su excreción renal puede tener un potencial nefrotóxico en dosis altas.

Se recomienda la doxiciclina como tratamiento de elección frente a la leptospirosis canina por 2 semanas, aunque el tiempo puede variar según el criterio del médico veterinario tratante. Si se presenta alguna reacción adversa ante la doxiciclina se puede utilizar ampicilina o amoxicilina. La Penicilina G también suele ser un antibiótico de elección en los casos de leptospirosis canina (4).

La terapia de soporte depende de la severidad de los signos clínicos, si existe disfunción renal o hepática y otros factores que pueden complicar la enfermedad. Algunos perros que se recuperan de la enfermedad pueden tener disfunción renal permanente que requerirá terapia de por vida. Sin embargo, se puede dar la recuperación completa de la leptospirosis canina, aunque todos los pacientes deben ser monitoreados por al menos 6 a 12 meses posterior a la terapia para evaluar la aparición de complicaciones asociadas a la insuficiencia renal crónica (9).

Control y prevención

Es importante limitar el acceso del perro a las potenciales fuentes de infección como áreas pantanosas y aguas estancadas, así como minimizar el contacto con animales salvajes mediante el uso de cercas y un adecuado control de roedores (4).

Actualmente existen vacunas que contienen los serovares Icterohaemorrhagiae, Canicola, Grippotyphosa y Pomona. Estas vacunas previenen eficazmente el desarrollo de la enfermedad como resultado de la exposición a la bacteria y la diseminación de los serovares que incluye la vacuna (4).

Inmunidad

Se recomienda la vacunación anual o semestral (dependiendo del tipo de vacuna) con vacunas de 4 serovares a todos los perros ya que se considera parte de un protocolo de vacunación básico. Esto debido a que perros tanto de zonas urbanas como rurales están expuestos a infectarse y desarrollar la enfermedad (4).

Las vacunas deben administrarse anualmente a todos los perros a partir de las 12 semanas de edad, independientemente de la raza, ya que puede ser grave o mortal a pesar del tratamiento y la exposición puede ocurrir independientemente de la edad, además de ser una enfermedad zoonótica (10).

No hay mucha evidencia acerca de la leptospirosis recurrente en perros luego del tratamiento adecuado. Sin embargo, se recomienda la vacunación lo antes posible después de recuperarse de la enfermedad ya que estos perros corren el riesgo de exposición al mismo u otros serogrupos, y se desconoce si la inmunidad de por vida resulta o no de una enfermedad natural. Se necesitan más estudios para establecer la verdadera duración de la inmunidad y el grado de protección cruzada entre serovares específicos después de la infección natural en perros (10).

Conclusiones

La leptospirosis canina es una enfermedad que trae graves consecuencias para salud del perro, pudiendo causar en algunos casos un daño renal que persiste incluso en perros ya recuperados. Debido a esto, el tratamiento debe realizarse lo más pronto posible, por lo que un adecuado y rápido diagnóstico es esencial.

La vacunación es muy importante con el fin de proteger al perro de los signos clínicos de la enfermedad, por lo que debe estar presente en todos los protocolos de vacunación caninos. Asimismo, se debe restringir el acceso a las fuentes de contagio como aguas empozadas y evitar el ingreso de roedores.

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Referencias

  1. Adler B., De la Peña Moctezuma A. 2010. Leptospira and leptospirosis. Vet Microbiol 140(3-4):287–96.
  2. Zhang, Y., Bao, L., Zhu, H., Huang, B., Zhang, H., 2010. OmpA – like protein Loa22 from Leptospira interrogans serovar Lai is cytotoxic to cultured rat renal cells and promotes inflammatory responses. Acta Biochim. Biophys. Sin. 42, 70–79.
  3. Sykes J, Gamage C, Haake D, Nally J. Understanding leptospirosis: application of state-of-the-art molecular typing tools with a One Health lens.AVMA. 2022; 24;83.
  4. Sykes JE, Hartmann K, Lunn KF, Moore GE, Stoddard RA, Goldstein RE. 2010 ACVIM small animal consensus statement on leptospirosis: diagnosis, epidemiology, treatment, and prevention. J Vet Intern Med. 2011 Jan-Feb;25(1):1-13.
  5. Siuce J. Identificación de serogrupos patógenos de Leptospira spp. en caninos domésticos. Tesis de postgrado UNMSM. 2014.
  6. Day N. Leptospirosis. Infectious diseases. 2017; 1102-1104.
  7. Hedberg S. Leptospirosis in dogs in Lima, Peru: Description of changes in serology, hematology, blood chemistry and urinalysis before and after one month of treatment.SLU. 2013.
  8. Reagan KL, Sykes JE. Diagnosis of Canine Leptospirosis. Vet Clin North Am Small Anim Pract. 2019 Jul;49(4):719-731. 
  9. Azócar-Aedo L, Smits HL, Monti G. Leptospirosis in dogs and cats: epidemiology, clinical disease, zoonotic implications and prevention. Arch Med Vet. 2014; 46: 337-348.
  10. Sykes JE, Francey T, Schuller S, Stoddard RA, Cowgill LD, Moore GE. Updated ACVIM consensus statement on leptospirosis in dogs. J Vet Intern Med. 2023;37(6):1966-1982.
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