A pesar de la vacunación extensiva, el parvovirus canino sigue siendo una de las principales causas infecciosas de mortalidad canina, especialmente en cachorros. Los signos clínicos de la enteritis por parvovirus son inespecíficos al ser similares con otras enfermedades gastrointestinales, por lo que es importante prevenirla mediante la vacunación.
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Etiología
El parvovirus canino pertenece a la familia Parvoviridae. La enteritis por parvovirus canino es causada por tres variantes del parvovirus canino tipo 2 (CPV-2). Actualmente el CPV-2b y CPV-2c son los genotipos predominantes en la mayoría de los países en los que se ha estudiado, incluyendo Estados Unidos. Al ser un virus no envuelto, la cubierta de su cápside es dura, lo cual lo hace especialmente resistente en el medio ambiente.
Epidemiología
Aunque la enfermedad clínica grave ocurre normalmente en cachorros de menos de 6 meses de edad, los adultos con inmunidad deficiente pueden verse potencialmente afectados. La transmisión del virus se da por exposición oronasal, donde el animal se infecta mediante la ingestión del CPV-2 presente en el vómito y heces de animales infectados o superficies con las que tuvieron contacto, pero también se puede transmitir por depredación de animales contaminados. En los 3 días posteriores a la infección con CPV-2 los animales pueden eliminar el virus en sus heces, alcanzando una excreción máxima luego de 4-7 días de la infección.
Se han reportado variantes antigénicas del virus en Estados Unidos, Vietnam, Italia, Brasil, España, Países bajos, Cuba, Ecuador, Argentina, Chile y Uruguay. Pudiendo alcanzar una prevalencia superior al 50% en perros con signos clínicos en España, Italia, Francia, Alemania, China y Colombia.
Fisiopatología
Las cepas de CPV-2 pueden infectar otros animales como gatos y mapaches y pueden permanecer viables en el medio ambiente durante más de un año bajo condiciones favorables. La exposición oronasal y la infección se da tanto en perros inmunizados (aunque estos no desarrollan la enfermedad) como no inmunizados por ingestión del CPV-2 presente en el vómito o heces de animales infectados. Luego el virus se replica en el timo y los ganglios linfáticos orofaríngeos y mesentéricos del animal, volviéndose virémico entre 1 a 5 días posterior a la infección. Posteriormente el virus se dirige a las células epiteliales de las criptas intestinales, médula ósea, epitelio de la lengua, cavidad oral, pulmones, bazo, hígado, riñones y los miocitos cardiacos. El periodo de incubación puede tener un rango entre 4 y 14 días.
El revestimiento del intestino se pierde a medida que se interrumpe el recambio de enterocitos, debilitando las vellosidades intestinales, lo que provoca la mala absorción de nutrientes, translocación de bacterias intestinales y los signos de vómito y diarrea hemorrágica. La infección viral en el timo destruye su corteza junto con los precursores de los leucocitos en la médula ósea, lo que conlleva a una leucopenia significativa en animales infectados.
Existe alto riesgo de presentarse shock séptico, síndrome de respuesta inflamatoria sistémica y falla multiorgánica debido a la translocación de bacterias intestinales en animales inmunosuprimidos, lo que puede llevar a la muerte del animal. En casos raros puede haber eritema multiforme, leucoencefalopatía y porencefalia con encefalitis periventricular en cachorros.
Signos clínicos
Los signos clínicos de la infección por CPV-2 son inespecíficas entre otros cuadros de enteritis y se manifiestan como anorexia, debilidad, depresión, diarrea maloliente que puede variar entre mucoide a puramente hemorrágica, vómitos, deshidratación y fiebre. Debido a la dismotilidad intestinal se puede producir intususcepción, la cual es una complicación potencialmente fatal de la enteritis por parvovirus.
La infección subclínica es posible en perros adultos no vacunados. Sin embargo, también pueden desarrollar la enfermedad severa mortal.
Hallazgos clinicopatológicos
La leucopenia debido a una neutropenia, linfopenia o ambas es el hallazgo hematológico más resaltante en la enteritis por parvovirus debido a la destrucción de los precursores de la médula ósea, el agotamiento de los tejidos linfoides y el incremento las demandas del tracto intestinal masivamente inflamado. Otros hallazgos que se pueden presentar son anemia, trombocitopenia o trombocitosis, pancitopenia, leucocitosis neutrofílica y monocitosis.
En la bioquímica sérica se pueden presentar anomalías no específicas que incluyen hipoproteinemia, hipoalbuminemia, hipoglucemia, hiperglicemia, hipocalcemia y anomalía electrolíticas como hipocalemia, hiponatremia, hipocloremia e hipomagnesemia.
Diagnóstico
Dentro de las pruebas más empleadas para la detección del virus se encuentran las pruebas rápidas que incluyen ELISA e inmunocromatografía, pero también se realizan otras pruebas como PCR, microscopía electrónica, hemaglutinación y aislamiento del virus, aunque generalmente con fines de investigación. Sin embargo, aunque el PCR se considera el más sensible y específico, no tiene disponibilidad inmediata en el entorno clínico. El virus CPV-2 puede detectarse en heces, hisopados orofaringeos o sangre entera.
En los animales ELISA positivos con signos clínicos de infección, la alta especificidad indica que deben considerarse verdaderos positivos para fines de aislamiento de otros animales y tratamiento. La vacunación reciente con virus vivo modificado puede dar lugar a falsos positivos en 10 días. Sin embargo, en cachorros con signos clínicos de vómitos y diarrea que han sido vacunados recientemente, la mayoría de los casos se deben realmente a una infección con una cepa de CPV-2 u otra infección gastrointestinal, en lugar de la propia vacuna.
La prueba fecal para parvovirus está indicada en cualquier cachorro con signos clínicos de vómitos y diarrea. En un animal al que se le hizo la prueba de ELISA fecal y resultó negativa pero aún existe la preocupación por la infección de otros animales en su ambiente, como casas o refugios, se debe considerar la prueba de PCR.
El recuento total de glóbulos blancos y la presencia de leuconeutropenia pueden ser indicadores de infección con CPV-2 debido a su acción sobre las células de la médula ósea, el timo y otros tejidos linfoides. La linfopenia puede presentarse tanto en cachorros infectados con parvovirus como en infectados con coronavirus canino.
Tratamiento
Si no se realiza ningún tratamiento, el riesgo de que el animal muera es bastante alto, pero de realizarse el tratamiento correspondiente en un centro de salud adecuado el animal puede recuperarse de esta enfermedad.
El tratamiento para la enteritis por parvovirus es en gran parte de apoyo sintomático. Se compone principalmente en fluidoterapia, tratamiento antibiótico, tratamiento antiemético, manejo del dolor y soporte nutricional. Existen otro tipo de tratamientos como el uso de antivirales, aunque se encuentra bajo investigación con respecto a su utilidad para el tratamiento de la enteritis por parvovirus.
Fluidoterapia
La fluidoterapia es muy importante para el mantenimiento de la hidratación, así como para corregir las alteraciones electrolíticas y de ácido-base durante la enteritis por parvovirus. La fluidoterapia se debe hacer por vía intravenosa y el catéter debe ser cambiado cada 72 horas para evitar la colonización de bacterias.
Los cachorros con hipovolemia severa necesitan reestablecer su volumen circulante en 1 a 2 horas, por lo que normalmente se utilizan soluciones cristaloides isotónicas balanceadas. Por lo general la dosis de shock en perros (80-90ml/kg) se divide en bolos consecutivos de 15-20ml/kg administrados durante 15 minutos hasta que se mejore el estado de perfusión. De no lograrse una mejora al administrar el 50% del volumen de la solución cristaloide isotónica se debe considerar añadir un coloide.
Una vez que se ha restaurado el volumen intravascular se pueden restablecer las pérdidas de líquido intersticial. Para esto se debe calcular el déficit de hidratación intersticial del paciente (peso corporal kg x % deshidratación=volumen a corregir L) y reemplazarlo durante las próximas 12-24 horas considerando los requisitos de líquidos de mantenimiento y las pérdidas continuas. Adicional a la reposición de líquidos, se pueden usar los cristaloides para ayudar a restablecer los trastornos de ácido base y electrolitos cuando se observan en pacientes con enteritis por parvovirus.
La pérdida de líquidos en diarreas y la falta de consumo de nutrientes y producción de proteínas puede resultar en una hipoproteinemia significativa en pacientes con enteritis por parvovirus. Sin embargo, la decisión de proporcionar soporte oncótico en forma de coloides naturales o sintéticos generalmente depende de la preferencia del médico, la disponibilidad del producto y el tamaño y la necesidad del paciente.
Tratamiento antibiótico
Existe un alto riesgo de septicemia en los pacientes con enteritis por parvovirus canino debido a la translocación bacteriana por el colapso de las vellosidades intestinales y falla en la función inmunitaria protectora.
Se recomiendan antibióticos de amplio espectro en todos los pacientes. Sin embargo, debido a las pérdidas continuas de líquidos por vómitos y diarrea, combinadas con la posibilidad de hipotensión y sepsis, los perros con enteritis por parvovirus canino tienen un alto riesgo de desarrollar lesión renal aguda. Debido a esto no se recomiendan los antibióticos aminoglucósidos que tengan un alto riesgo de nefrotoxicidad. La ampicilina es un antibiótico que se puede usar en casos de parvovirus ya que cubre gran cantidad de bacterias Gram+ y algunas Gram -, así como metronidazol para bacterias anaerobias. La enrofloxacina es un antibiótico de amplio espectro contra bacterias Gram+ y Gram-, pero su uso está indicado principalmente en animales adultos debido a los efectos negativos que puede tener en cachorros.
Tratamiento antiparasitario
Es importante tener en cuenta que los cachorros con enteritis por parvovirus canino muchas veces pueden presentar parásitos gastrointestinales, por lo que se debe realizar una terapia antiparasitaria (fenbendazol y pamoato de pirantel para gusanos intestinales y metronidazol y sulfadimetoxina para protozoarios) tan pronto como el cachorro pueda tolerar el tratamiento oral.
Tratamiento antiemético
En perros con vómitos intensos se puede administrar un antagonista dopaminérgico como metoclopramida, que bloquea la zona de activación de los quimiorreceptores y ejerce un efecto procinético en el tracto intestinal superior. Otra opción es el uso de antagonistas de los receptores de serotonina como ondansetrón.
Manejo del dolor
El dolor abdominal es frecuente como resultado de la enteritis por parvovirus canino, aunque puede aparecer con menos frecuencia por una invaginación intestinal concurrente. Por lo tanto, es necesario el uso de analgésicos como el butorfanol y buprenorfina.
La lidocaína puede promover la motilidad gastrointestinal y proporcionar cierto grado de analgesia. El maropitant, un antagonista del receptor de neuroquinina-1, tiene acción antiemética y proporciona analgesia visceral en cachorros con enteritis por parvovirus canino. Se deben evitar el uso de agonistas alfa-2 que promueven vasoconstricción extrema y limitan la perfusión gastrointestinal y los antiinflamatorios no esteroideos, que pueden alterar la perfusión gastrointestinal y renal.
Soporte nutricional
La nutrición enteral es esencial para ayudar a prevenir la atrofia de los enterocitos, aumenta la velocidad de reparación de la integridad de la mucosa, provee los nutrientes necesarios para la recuperación del paciente y disminuye el riesgo de traslocación bacteriana. La colocación de una sonda nasogástrica puede ser un medio útil para la nutrición enteral, además de permitir la succión gástrica para prevenir molestias abdominales y vómitos o regurgitación. Los productos de nutrición enteral comercialmente disponibles y apetecibles pueden ser consumidos voluntariamente por algunos cachorros durante su periodo de recuperación y ser beneficiosos para aumentar la ingesta calórica y estimular el apetito. Algunos estudios (Arslan et al.) indican que los probióticos pueden ser beneficiosos en el tratamiento de parvovirus canino, especialmente reduciendo el tiempo de recuperación bajo óptimas condiciones.
Tratamiento antiviral
Se ha reportado el uso de suero de perros que se han recuperado de la infección por parvovirus como un medio para proporcionar inmunización pasiva. En un estudio (Bragg et al., 2012), la administración de una dosis única de 12ml de plasma inmune de parvovirus canino como tratamiento adyuvante para la enteritis por parvovirus canino después de la aparición de signos clínicos, no mejoró ningún parámetro evaluado, incluido el tiempo de recuperación hematológica, la carga viral, la gravedad de los hallazgos clínicos y duración de la hospitalización. Sin embargo, aún puede ser posible que se logre un efecto beneficioso si se administra un volumen mayor de plasma antes de que ocurran los signos clínicos.
Prevención
La infección subclínica en perros que eliminan el virus en sus heces representa una importante fuente de infección para otros perros, especialmente en condiciones de hacinamiento o insalubres. Para prevenir la infección es necesario aislar a los cachorros, por lo que se debe educar al propietario para evitar la exposición de los cachorros en riesgo a otros perros hasta que hayan recibido su serie completa de vacunas, debido a que los perros adultos vacunados y con heces normales aún pueden eliminar el virus y ser una fuente potencial de infección.
Vacunación
La vacunación es la medida más efectiva para controlar la propagación de la infección en perros y prevenir el desarrollo de una infección clínica. Por lo tanto, las vacunas contra el parvovirus canino son consideradas vacunas fundamentales por asociaciones profesionales como el grupo de guías de vacunación de la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA) y la Asociación Americana de Hospitales de Animales (AAHA). Una vacuna fundamental es una vacuna que todos los perros deben recibir, independientemente de las circunstancias o la ubicación geográfica, ya que protege a los animales de enfermedades graves que se distribuyen por todo el mundo y ponen en peligro sus vidas.
Protocolo de vacunación
La edad mínima para empezar la vacunación contra parvovirus canino es de 6-8 semanas, aunque algunas vacunas están autorizadas para su uso en cachorros de 4 semanas de edad. Luego se debe revacunar a las 2-4 semanas posteriores hasta las 16 semanas de edad o más. No obstante, existe evidencia de que los cachorros pueden aún no estar inmunizados a las 16 semanas de edad y que la última vacunación a las 20 semanas puede ser de ayuda en situaciones con alto índice de parvovirus canino.
En perros mayores de 16 semanas, los cuales ya no poseen títulos de anticuerpos de origen materno que puedan interferir con los antígenos vacunales (los anticuerpos de origen materno son capaces de bloquear la inmunización activa después de la administración de la vacuna), una sola dosis de virus vivo modificado de parvovirus canino es aceptable, aunque también se considera la aplicación de dos dosis luego de 2-4 semanas. Además, los perros deben recibir un refuerzo un año después de la primera vacunación o en cualquier punto entre las 26 y 52 semanas de edad, con revacunaciones posteriores aplicadas en intervalos de 1, 2 o 3 años dependiendo de la situación epidemiológica del país para la enfermedad.
En caso de perros que se encuentran en instalaciones con mayor riesgo de infectarse como refugios, se puede implementar un programa de vacunación más estricto. La vacunación puede comenzar inmediatamente a la admisión del animal, tan pronto como a las 4 semanas de edad y repetirse en intervalos de 2 a 3 semanas hasta las 20 semanas de edad si el animal aún se encuentra en las instalaciones.
Conclusiones
La enteritis por parvovirus es una enfermedad severa que puede llevar al animal, especialmente cachorros a la muerte. Debido a esto, es importante conocer los signos clínicos, los factores de riesgo y el historial de vacunación (si es que lo tiene) del paciente para tener un diagnóstico adecuado, realizar el tratamiento sintomático temprano y así poder elevar las posibilidades de recuperación del paciente.
La vacunación es importante para disminuir la extensión de la enfermedad y evitar los brotes, sobre todo en condiciones de hacinamiento donde es mucho más probable que los animales se infecten.
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Referencias
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