La enfermedad de Newcastle es una enfermedad aguda y altamente contagiosa que afecta a las aves, entre ellas las aves de corral. Debido a su enorme morbilidad y mortalidad tiene un impacto económico grande en las producciones avícolas (1) Por ejemplo, durante el último gran brote ocurrido en los Estados Unidos en 2002-2003, la muerte de unos 4 millones de aves provocó una pérdida de aproximadamente 162 millones de dólares (2). Por estas razones es importante conocer cómo afecta las aves y cómo podemos controlar esta enfermedad.
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Etiología
La enfermedad de Newcastle es causada por un paramixovirus aviar 1 (APMV-1) del género Avulavirus de la familia Paramyxoviridae. Los virus de esta familia son virus ARN envueltos, no segmentados y de sentido negativo (3). El virus de la enfermedad de Newcastle se clasifica en tres patotipos: lentogénico, mesogénico y velogénico. Las cepas lentogénicas son causantes de infección subclínica con enfermedad respiratoria o entérica leve y se consideran poco virulentas. Mientras que, las cepas mesogénicas son de virulencia intermedia y causan infecciones respiratorias con una mortalidad moderada (<10%). Las cepas velogénicas son altamente virulentas y pueden causar tasas de mortalidad de hasta 100%. Estas cepas además se clasifican en velogénicas viscerotrópicas y velogénicas neurotrópicas. Las cepas velogénicas viscerotrópicas causan lesiones hemorrágicas letales en vísceras, mientras que las neurotrópicas causan trastornos neurológicos y respiratorios (4).
Este virus contiene 6 proteínas estructurales las cuales son: nucleoproteína (NP), fosfoproteína (P), proteína de matriz (M), proteína de fusión (F), proteína hemaglutinina neuraminidasa (HN) y proteína grande (L). La proteína de fusión F es la principal determinante de la virulencia de la enfermedad de Newcastle (5). La división de esta proteína permite que el virus sea infeccioso (5). Este virus es relativamente estable en la naturaleza, incluso en temperaturas subóptimas (por debajo de 10ºC y por encima de 37ºC) y en un amplio rango de Ph (>2). Sin embargo, es sensible a detergentes, solventes lípidos, formaldehído y agentes oxidantes (6).
Epidemiología
La enfermedad de Newcastle es capaz de infectar a la mayoría de las aves silvestres y domésticas, aunque su patogenicidad puede variar según el huésped (7). Las aves silvestres, principalmente aves acuáticas y migratorias constituyen un reservorio natural del virus de baja virulencia, mientras que las aves de corral son el principal reservorio de las cepas virulentas. El intercambio de virus entre estos reservorios representa un riesgo para ambas poblaciones de aves (8)(9).
A través del contacto ecológico, se ha demostrado que estos virus lentogénicos de baja virulencia se transmiten fácilmente de las aves silvestres a las de corral, donde no suelen causar ninguna enfermedad clínica. Sin embargo, la multiplicación continua del virus lentogénico en pollos es un factor de riesgo potencial para la aparición del virus de la enfermedad de Newcastle virulento (10). En países como Perú las aves de riña representan un reservorio importante para la diseminación de la enfermedad. En un estudio se realizado sobre casos positivos de Newcastle entre el año 2015 y 2017 se observó una mayor presencia de casos positivos en aves de riña (36.2%), seguida por aves de traspatio (27%), pollos de engorde (27%), reproductoras pesadas (5.5%) y postura comercial (4.3%) (11).
Los pollos suelen ser más susceptibles que otras aves de corral como los patos. El virus de la enfermedad de Newcastle se transmite por vía horizontal de forma directa de ave a ave mediante la ingestión o inhalación de las secreciones nasales o excremento de aves infectadas, o de forma indirecta por contacto con material contaminado. Este virus puede sobrevivir por varias semanas en excremento o material contaminado. La transmisión vertical es controversial y aun no es del todo claro si se da. Dependiendo de la cepa puede presentar una mortalidad moderada a muy alta (7).
Patogenia
El virus de la enfermedad de Newcastle ataca las células del epitelio respiratorio uniéndose a los gangliósidos y receptores de glicoproteínas N por su glicoproteína de superficie, donde la envoltura del virus se fusiona con la membrana de la célula huésped. Otra forma de infección es mediante endocitosis mediada por receptores (6). La presencia del virus en las células epiteliales respiratorias induce la producción de IgA específica mediante el sistema de inmunidad regional para poder fagocitar al virus. Una vez el virus está dentro de la célula se replicará y posteriormente se diseminará a otras células y órganos del cuerpo. La viremia e infecciones bacterianas secundarias provocan lesiones en los órganos como el corazón, intestinos, riñones y cerebro como consecuencia de la diseminación del virus a través de la circulación sanguínea (12).
Los virus lentogénicos tienen una secuencia de aminoácidos monobásicos en el sitio de escisión de la proteína F y se escinden extracelularmente en el tracto respiratorio e intestinal, mientras que las cepas mesogénicas y velogénicas tienen una secuencia de aminoácidos multibásicos en el sitio de escisión de la proteína F y pueden escindirse intracelularmente por acción de proteasas presentes en gran variedad de tejidos, incluido el tejido nervioso. Esto resulta en una infección sistémica que a menudo es fatal. Por lo tanto, la replicación viral en el animal depende de la activación proteolítica del virus, y la secuencia de aminoácidos en el sitio de escisión de la proteína F es un determinante importante de la virulencia del virus de la enfermedad de Newcastle. Las cepas virulentas también replicarse en el sistema nervioso central (4).
Signos clínicos
Los signos clínicos de la enfermedad de Newcastle varían según la virulencia de la cepa pudiendo ser subclínica con enfermedad respiratoria y entérica leve. Mientras que las cepas más virulentas pueden provocar hemorragias ulcerativas en el tracto gastrointestinal, agotamiento linfoide y focos necróticos en el bazo, hígado y tejido linfoide asociado al intestino (13).
Las cepas más virulentas pueden causar enfermedad repentina con alta mortalidad en ausencia de otros signos clínicos. En las cepas velogénicas los signos clínicos a menudo comienzan con letargia, disnea y debilidad, terminando en postración y muerte. Otros signos incluyen edema alrededor de los ojos y la cabeza. También se pueden observar signos gastrointestinales como diarrea verde, sobre todo en aves que no mueren tempranamente durante la infección. Antes de morir se pueden presentar signos neurológicos como temblores musculares, tortícolis, parálisis de patas y alas y opistótonos (14).
Las cepas mesogénicas del virus de Newcastle generalmente causan signos respiratorios (jadeo, tos, dificultad respiratoria, estertores). Pueden ocurrir signos nerviosos, pero no son comunes. La mortalidad en las aves de corral suele ser baja, excepto en aves muy jóvenes y susceptibles, pero puede aumentar en condiciones desfavorables (14).
Los virus lentogénicos no suelen causar enfermedades en adultos. En animales jóvenes y totalmente susceptibles puede haber signos respiratorios que a menudo llevan a la muerte debido a una infección posterior con cepas más patógenas del virus o por distintos microorganismos (14). La infección bacteriana secundaria puede causar que el ave presente exudados catarrales o caseosos (3).
En gallinas ponedoras puede haber una caída o interrupción total de la producción de huevos. En algunos casos pueden poner huevos pequeños, manchados o de cáscara blanda. Algunas gallinas pueden desarrollar peritonitis de la yema de huevo (3).
Diagnóstico
El aislamiento viral mediante la inoculación en embrión de pollo libre de patógenos específicos (SPF por sus siglas en inglés), fibroblastos de embrión de pollo (CEF) o células de riñón de pollo (CEK) se considera como el estándar de oro. Sin embargo, este método es laborioso y requiere mucho tiempo, lo que lo hace poco adecuado para el análisis de un gran número de muestras (5).
La técnica de ELISA ha sido ampliamente usada para la detección del virus de la enfermedad de Newcastle debido a su alta especificidad y sensibilidad para la detección de anticuerpos específicos en el suero (5).
Las pruebas moleculares permiten la identificación rápida del virus de la enfermedad de Newcastle además de su distinción de otros patógenos estrechamente relacionados (4).
Diagnóstico diferencial
Los signos clínicos proporcionan pistas importantes para determinar el diagnóstico de la enfermedad. Sin embargo, muchas enfermedades virales y bacterianas pueden manifestar características clínicas similares que podrían confundirse con la enfermedad de Newcastle. Los diagnósticos diferenciales más comunes incluyen influenza aviar altamente patógena, bronquitis infecciosa, laringotraqueítis infecciosa y la forma diftérica de viruela aviar. Otros incluyen cólera aviar y micoplasmosis (10).
Control
No existe un tratamiento efectivo para la enfermedad de Newcastle, por lo que para poder controlar los brotes se recurre a el sacrificio de las aves infectadas combinado con estrictos protocolos de bioseguridad y una vacunación agresiva (15).
Actualmente se usan vacunas vivas o inactivadas en programas preventivos para el control de la enfermedad de Newcastle en América Latina. Es importante no solo usar la vacuna adecuada, sino también desarrollar un buen programa de vacunación para obtener los mejores resultados para la protección de la enfermedad clínica (15).
La mayoría de los programas de vacunación en pollos de engorde recomiendan al menos 3 dosis; aunque dependiendo de la incidencia del virus en la zona se pueden aplicar entre 4 a 5 vacunas. Actualmente se trata de vacunar lo antes posible, lo que puede implicar el uso de vacunas vectorizadas in ovo o en pollos de 1 día de nacidos mediante vacunas vivas atenuadas. Luego de 8 a 12 días se aplica el refuerzo con una vacuna viva o inactivada (15).
Las vacunas inactivadas generalmente se formulan utilizando un adyuvante oleoso para inducir una respuesta humoral más alta. Además, la mayoría de estas vacunas inactivadas oleosas se suelen mezclar con dos o cuatro antígenos infecciosos de otras enfermedades adicionales para disminuir la cantidad de veces que se manipulan a las aves, reduciendo el estrés y los costos (15).
En animales más longevos como gallinas ponedoras también se aplican vacunas de refuerzo entre las 4 y 5 semanas.
Programa de vacunación en Broilers
Edad | Tipo de vacuna | Nota |
Semana 1 | Viva | Se administra en el día 1 de vida por vía oral o en gotas para los ojos |
Semana 2 | Viva/inactivada | Usualmente dos vacunas, viva e inactivada administradas al mismo tiempo. Usualmente entre el día 8 y 10. |
Semana 3 | Viva | Al día 20-21 de edad administrada en el agua de bebida. |
Semana 4 | Inactivada | Al día 28 de edad |
Semana 5 | Viva | Al día 35 de edad. Esta vacuna se suele aplicar en el agua de bebida en aves que son mantenidas en las granjas más de 48 días. |
Programa de vacunación en ponedoras
Edad | Tipo de vacuna | Nota |
Semana 1 | Viva vectorizada | No siempre es necesaria debido al nivel alto de anticuerpos maternales |
Semana 2 | Viva | Al día 10-14 de edad administrada en el agua de bebida |
Semana 3 | No se vacuna | Se trasladan a jaulas de cría |
Semana 4 | Inactivada | Al día 28. Usualmente se aplica la vacuna conteniendo otros agentes además de Newcastle |
Semana 5 | No se vacuna | – |
Semana 6 | No se vacuna | – |
Semana 7 | No se vacuna | – |
Semana 8 | Viva | Al día 55-60 de edad en el agua de bebida |
Semana 9 | No se vacuna | – |
Semana 10 | No se vacuna | – |
Semana 11 | Viva | Entre las semanas 11-12 en agua de bebida |
Semana 12 | No se vacuna | – |
Semana 13 | No se vacuna | – |
Semana 14 | No se vacuna | – |
Semana 15 | Inactivada | En la semana 15 se aplica la vacuna conteniendo otros agentes infecciosos además de Newcastle |
Semana 16 | No se vacuna | Se trasladan a jaulas de producción |
Semana 17 | No se vacuna | Se trasladan a jaulas de producción |
Semana 18 | No se vacuna | Primera semana en producción. |
Medidas de bioseguridad
Las medidas de bioseguridad incluyen el mantenimiento de registros precisos, diseñar y seguir estrictamente los programas de vacunación adecuados e identificar las prácticas que pueden contribuir al ingreso del virus de la enfermedad de Newcastle, así como aquellas que lleven a situaciones de estrés en los animales que obstaculicen una respuesta inmune óptima (15).
Los registros deben tener datos sobre mortalidad, resultados de necropsia y la eliminación adecuada de los cadáveres. Este último punto es crítico debido a que el virus puede permanecer en el tejido por semanas y ser una fuente de infección en las demás aves. La disposición del agua y la cama también es importante para prevenir brotes de la enfermedad (15).
Los programas de bioseguridad también deben estar enfocados en evitar el contacto de las aves de la granja con especies que puedan ser portadoras de enfermedades como palomas, patos y otras especies de aves. Otros factores, como el acceso restringido de caminos y visitantes, la limpieza y desinfección de vehículos que ingresan y los periodos de descanso entre producciones, también son factores positivos para prevenir infecciones (15).
Conclusiones
La enfermedad de Newcastle tiene un gran impacto en las producciones de aves debido a la alta morbilidad y mortalidad que poseen. Esto, sumado a la ausencia de un tratamiento eficaz en animales enfermos aumenta la importancia de la prevención y el control.
Para tener un adecuado control de la enfermedad es importante seguir un programa de vacunación adecuado, así como cumplir con las medidas de bioseguridad que contribuyen a la prevención de la enfermedad de Newcastle.
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Referencias
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